Tuesday, September 18, 2007

AMISTAD


«Si te haces amiga de cinco, podrás llegar a cincuenta más»


En la Universidad Católica de Milán a comienzos de los años 70 faltaba una presencia cristiana comunitaria y visible.


Pero un grupo de chavales tuvo la suerte de entablar amistad con don Giussani: «Interviniendo con mucha discreción, trataba de comunicarnos toda la belleza de la experiencia cristiana y enseñarnos que lo prioritario era anunciarla al mundo,antes que rebatir los juicios ajenos»Laura Cioni


Hacia comienzos de los 70 don Giussani se había apartado de la dirección del movimiento en la Universidad. Tenía algunas mañanas libres y, por una singular predilección, yo pasaba muchas de ellas con él en vía Martinengo, en la pequeña habitación de la planta baja que hacía las veces de dormitorio y de despacho. Ahí recibía a las personas que iban a verle y atendía las continuas llamadas de teléfono, que interrumpían el resto de sus múltiples tareas diarias. Él leía o escribía, yo estudiaba. Aprovechábamos para hablar de muchas cosas y cada vez que respondía al teléfono me sorprendía. Toda su atención se fijaba en la persona que hablaba por el otro lado, sin reserva. Años más tarde me conmoví al escucharle decir que verme a mí era como ver sus hijos multiplicarse por mil.En el primer piso, vivía el padre Scalfi, que a media mañana le ofrecía el chai, el té al estilo ruso. Era precioso ver cómo estos dos hombres, unidos por el mismo ideal de servicio a la Iglesia, gozaban de su mutua compañía en el breve espacio de tiempo de un té. Don Giussani llamaba al padre Scalfi su “superior”, porque vivía en el piso de arriba, y se saludaban por la escalera con voces vigorosas. Fuera, el jardín de las Hermanas de la Caridad de la Asunción estaba lleno de rosales, y una glicinia trepaba por el muro del convento con su tronco nudoso. Todos los años tenía una floración espectacular. En el suelo de la habitación, pegado a la pared, había siempre un reguero de polvillo blanco: a don Giussani le aterraban los insectos, y los mantenía severamente a raya.Devolver la carnalidad a la vida cristianaUna mañana le encontré leyendo la Biblia. Cerró la página sobre la que se había detenido y me recibió citando un pasaje del Evangelio: «¿Cómo pueden los invitados a la boda ayunar, cuando el esposo está presente?», y lo comentó: «Este es el concepto de penitencia cristiana». Para él la penitencia coincidía con la alegría por la presencia de Jesús, y esto se dibujaba en su rostro. Decía a menudo que «nuestra posición devuelve la carnalidad a la vida cristiana, como no sucedía desde los tiempos de los Padres de la Iglesia». Recuerdo que una vez, hablando del carácter débil de una amiga común, utilizó esta metáfora: «La ternura no son sólo las flores, la ternura es un tronco».Sobre el tema de la alegría, uno de los recuerdos más vivos de su paso por la Universidad Católica fue el momento en el que, estando en el primer claustro, a la altura del aula Juan XXIII, le saludó una pareja de novios. Él se puso entre los dos, les acompañó un rato, deprisa, como siempre, y aprovechó para recordarles las palabras de san Pablo: Hilarem datorem Deus diligit.Casi en el mismo lugar, pocos años después, cuando me convertí en responsable de la comunidad, que entonces contaba con casi quinientas personas, y me preguntaba cómo podría llevar a cabo una tarea tan comprometida, él me dio la indicación que desde entonces siempre he seguido, incluso en condiciones de vida distintas: «Tú hazte amiga de cinco, y así podrás llegar a cincuenta más». Y así fue: yo quedaba con Simone, Amicone, Intiglietta, Banterle y Fontolan, y leíamos juntos el Miguel Mañara y La anunciación a María. Nos hicimos amigos para la vida, aunque ahora vernos no es tan fácil como antes. Ellos tenían mucha más facilidad de relación que yo, dilataron lo que sucedía entre nosotros y lo comunicaron a sus amigos, y así conocieron, entre otros, a Testori, a Tobagi y a muchas otras personalidades significativas de aquellos años tan combativos. Nació también Kaccomatto (se aludía a la expresión “jaque mate”), un periódico que citaba a Shakespeare junto a cartas de los militantes de extrema izquierda de Lotta Continua.Aquella carta dirigida a Pasolini y jamás enviadaPero, volviendo a la habitación de vía Martinengo, ¡qué conmoción ver a don Giussani leyendo la noticia de la muerte violenta de Pasolini y en su mesa una carta dirigida al escritor que ahora ya no se terminaría, en la que expresaba una consonancia profunda con las posiciones sostenidas por él en muchos artículos del Corriere della Sera!Habíamos alquilado dos locales para nuestras reuniones en el sexto piso de un viejo edificio en la calle Magenta. Entonces nos llamábamos “las guardias rojas”, nombre de guerra, nombre clandestino que don Giussani desaprobaba. A pesar de esto subía al local y participaba en nuestras reuniones y en las comidas que teníamos a continuación. No teníamos espacio alguno para reunirnos en la universidad, para organizar nuestra presencia, para escribir pancartas y carteles donde expresar nuestros juicios, para discutir: el uso del aula san Giovanni se nos concedería más tarde. Eran años en los que la experiencia de Comunión y Liberación estaba muy aislada en el mundo eclesial y civil. En la Católica el rector Lazzati no veía con simpatía a CL, aunque algunos profesores, sobre todo en la facultad de Filosofía y Letras, apreciaban la presencia de nuestro movimiento. Los grupos extraparlamentarios trataban de impedir, a menudo con violencia, cualquier expresión pública en la universidad y en las escuelas que no comulgara con ellos. Esto nos llevó a asumir una pesada postura defensiva, que al final resultaba asfixiante. Don Giussani, interviniendo con mucha discreción desde fuera, trataba de hacernos comprender lo hermosa que era la experiencia cristiana, y nos hacía ver que esto era lo primero que teníamos que comunicar, antes que rebatir puntillosamente los juicios ajenos. Y nos hizo corregir un periódico mural que habíamos colgado fuera de la Católica, para que la frase inicial no expresara nuestra reacción a la ideología, sino la experiencia cristiana que vivíamos. Este fue, a mi parecer, el primer cambio de ruta que se expresaría plenamente en Riccione en el año 76, que comenzó a influir en nuestro modo de razonar. La fiesta por la subida de precios del comedor universitario, forma irónica de protesta de los estudiantes en un lugar que no habría admitido una contestación dura por parte de los católicos, tuvo este origen remoto y dejó admirado a todo el mundo académico, desde los profesores a los bedeles, que se encontraron con los claustros invadidos por pacíficas y divertidas contestaciones. Era una forma de reaccionar a una decisión injusta que nunca antes se había visto por allí. Y la subida se retiró.La cita de las 8.30 en el Aula MagnaAl principio las clases de don Giussani no eran muy frecuentadas por los estudiantes. Por raro que parezca, tampoco los estudiantes del movimiento asistían a la cita de las 8.30 en el Aula Magna los martes, miércoles y jueves, cuando se impartían los dos cursos sobre el sentido religioso y sobre la Iglesia. Con frecuencia don Giussani lamentaba no poder preparar las clases con cuidado, a causa de los crecientes compromisos en la guía del movimiento. Sin embargo, aquellas clases eran seguidas con atención, y desde la cátedra los asistentes se veían constantemente interpelados sobre su propia experiencia y también para intervenir con preguntas y observaciones, cosa entonces muy novedosa en los cursos universitarios. En una de las tres horas don Giussani había organizado una serie de seminarios y el Aula Magna se llenaba de pequeños grupos de estudiantes que debatían bajo la guía de expertos los problemas más variados concernientes a la exégesis, la literatura, la Iglesia en el Este europeo o la educación. Don Giussani supervisaba e intervenía cuando alguien necesitaba alguna aclaración. Su mirada era muy penetrante, parecía escrutar al interlocutor, y esto incomodaba a algunos. Su hablar, a pesar de su voz ronca, era limpio y nunca perdía el hilo del discurso, ni siquiera en la espesura de largas digresiones. Escuchar era como comer un pan bueno y sabroso. Y poco a poco el Aula Magna se llenó, pues los que asistían habían corrido la voz, admirados por aquella enseñanza tan antigua y tan actual, y ese fue el método infalible de una influencia de la que ahora todo el movimiento goza a través de la Escuela de comunidad. Un recuerdo muy vivo es el de la escalera F, en donde se encontraba el pequeño despacho reservado a los profesores de Introducción a la Teología. Durante la hora de tutoría de don Giussani, ¡cuántas personas subían y bajaban los escalones de esa escalera F, cuántas decisiones importantes se tomaron en aquel despacho! Algunas de ellas, decisivas para todo el movimiento: la idea de confraternidad, más tarde de Fraternidad, nació allí, de la necesidad expresada por los que se licenciaban y pensaban en casarse y querían continuar la experiencia del CLU. Podría citar los nombres y apellidos de los que inspiraron esta idea, como también los de un amigo inteligente y escéptico con el que me crucé un día por la escalera, después de una conversación con Giussani, y cuyo rostro me impresionó, porque era como el de un niño.Una cena en Trezzano sul N.Una noche aquel puñado de amigos organizó una cena en Trezzano sul Naviglio, y don Giussani participó en la fiesta. Éramos cerca de treinta. En el momento culminante, Simone sacó de no se sabe dónde un sombrero y se lo regaló, ante la sorpresa divertida de todos. Después empezamos a bailar: era precioso estar juntos de esta forma, se respiraba la amistad de los mejores momentos. En un determinado momento don Giussani interrumpió el baile y nos dijo más o menos lo siguiente: «Es hermoso ver la armonía que hay entre vosotros, ver lo contentos que estáis esta noche. Pero cuando descubráis dentro de la alegría del baile una nota de tristeza, os daréis cuenta de una belleza todavía más grande. Os deseo que este momento llegue pronto».El último recuerdo me afecta de forma muy personal. Cansada por la responsabilidad de la guía, me había ido a descansar unos días a la montaña, y me había llevado únicamente la Biblia. La leía y releía hasta que me detuve en un versículo del Cantar de los Cantares que me pareció muy hermoso: «¿Quién es esa que viene del desierto, apoyada en su amado?». Cuando volví a Milán se lo conté a don Giussani y él me dijo: «Tú vienes del desierto del afecto y hoy seguirías a Jesús a cualquier lugar. Lo que aún tienes que reconocer es el signo, y ese signo somos nosotros». Aquel día fue decisivo para la definición de mi vocación, si no en la forma que reconocería más tarde sí como cauce en el que se desarrollaría.Estos episodios que he contado representan instantes de verdad que son como semillas en la tierra de la memoria; los ofrezco en esta fiesta del 50 aniversario de CL con gratitud como testimonio de lo que hemos recibido y como brotes para la esperaza de todos.

Friday, September 14, 2007

Una pregunta... Y una respuesta


Pregunta formulada por la joven Sara Simonetta:


Yo creo en el Dios que ha tocado mi corazón, pero son muchas las inseguridades, los interrogantes, los miedos que llevo en mi interior. No es fácil hablar de Dios con mis amigos; muchos de ellos ven a la Iglesia como una realidad que juzga a los jóvenes, que se opone a sus deseos de felicidad y de amor. Ante este rechazo siento fuertemente la soledad humana y quisiera sentir la cercanía de Dios. Santidad, ¿en este silencio dónde está Dios?

Respuesta del Santo Padre:

Sí, todos nosotros, aunque seamos creyentes, experimentamos el silencio de Dios. En el Salmo que acabamos de rezar se encuentra este grito casi desesperado: "Habla, Señor; no te escondas". Hace poco se publicó un libro con las experiencias espirituales de la madre Teresa. En él se pone de manifiesto aún más claramente lo que ya sabíamos: con toda su caridad, su fuerza de fe, la madre Teresa sufría el silencio de Dios.
Por una parte, debemos soportar este silencio de Dios también para poder comprender a nuestros hermanos que no conocen a Dios. Por otra, con el Salmo, podemos gritar continuamente a Dios: "Habla, muéstrate". Sin duda, en nuestra vida, si tenemos el corazón abierto, podemos encontrar los grandes momentos en los que realmente la presencia de Dios se hace sensible también para nosotros.
Me viene a la mente en este momento una anécdota que refirió Juan Pablo II en los ejercicios espirituales que predicó en el Vaticano cuando aún no era Papa. Contó que después de la guerra lo visitó un oficial ruso, que era científico, el cual le dijo: "Como científico, estoy seguro de que Dios no existe; pero cuando me encuentro en una montaña, ante su majestuosa belleza, ante su grandeza, también estoy seguro de que el Creador existe y de que Dios existe".
La belleza de la creación es una de las fuentes donde realmente podemos descubrir la belleza de Dios, donde podemos ver que el Creador existe y es bueno, que es verdad lo que dice la sagrada Escritura en el relato de la creación, o sea, que Dios pensó e hizo este mundo con su corazón, con su voluntad, con su razón, y vio que era bueno. También nosotros debemos ser buenos, teniendo el corazón abierto a percibir realmente la presencia de Dios.
Asimismo, al escuchar la palabra de Dios en las grandes celebraciones litúrgicas, en las fiestas de la fe, en la gran música de la fe, percibimos esta presencia.
Recuerdo en este momento otra anécdota que me contó hace poco tiempo un obispo en visita "ad limina": una mujer no cristiana muy inteligente comenzó a escuchar la gran música de Bach, Händel, Mozart. Estaba fascinada y un día dijo: "Debo encontrar la fuente de donde pudo brotar esta belleza". Esa mujer se convirtió al cristianismo, a la fe católica, porque había descubierto que esa belleza tiene una fuente, y la fuente es precisamente la presencia de Cristo en los corazones, es la revelación de Cristo en este mundo.
Por consiguiente, las grandes fiestas de la fe, de la celebración litúrgica, pero también el diálogo personal con Cristo: él no siempre responde, pero hay momentos en que realmente responde.
Luego viene la amistad, la compañía de la fe. Ahora, reunidos aquí en Loreto, vemos cómo la fe une, la amistad crea una compañía de personas en camino. Y sentimos que todo esto no viene de la nada, sino que realmente tiene una fuente, que el Dios silencioso es también un Dios que habla, que se revela, y sobre todo que nosotros mismos podemos ser testigos de su presencia, que nuestra fe proyecta realmente una luz también para los demás.
Así pues, por una parte, debemos aceptar que en este mundo Dios es silencioso, pero no debemos ser sordos cuando habla, cuando se nos muestra en muchas ocasiones; vemos la presencia del Señor sobre todo en la creación, en una hermosa liturgia, en la amistad dentro de la Iglesia; y, llenos de su presencia, también nosotros podemos iluminar a los demás.
Paso a la segunda parte de su pregunta: hoy es difícil hablar de Dios a los amigos y tal vez resulta aún más difícil hablar de la Iglesia, porque ven a Dios sólo como el límite de nuestra libertad, un Dios de mandamientos, de prohibiciones, y a la Iglesia como una institución que limita nuestra libertad, que nos impone prohibiciones.
Pero debemos tratar de presentarles la Iglesia viva, no esa idea de un centro de poder en la Iglesia con estas etiquetas, sino las comunidades de compañía en las que, a pesar de todos los problemas de la vida, que todos tenemos, nace la alegría de vivir.
Aquí me viene a la mente un tercer recuerdo. En Brasil estuve en la "Hacienda de la Esperanza", una gran realidad donde los drogadictos se curan y recobran la esperanza, recobran la alegría de vivir. Los drogadictos testimoniaron que precisamente descubrir que Dios existe significó para ellos la curación de la desesperación. Así comprendieron que su vida tiene un sentido y recobraron la alegría de estar en este mundo, la alegría de afrontar los problemas de la vida humana.
Por tanto, en todo corazón humano, a pesar de los problemas que existen, hay sed de Dios; y donde Dios desaparece, desaparece también el sol que da luz y alegría. Esta sed de infinito que hay en nuestro corazón se demuestra también en la realidad de la droga: el hombre quiere ensanchar su vida, quiere obtener más de la vida, quiere alcanzar el infinito, pero la droga es una mentira, una estafa, porque no ensancha la vida, sino que la destruye.
Realmente, tenemos una gran sed, que nos habla de Dios y nos pone en camino hacia Dios, pero debemos ayudarnos mutuamente. Cristo vino precisamente para crear una red de comunión en el mundo, donde todos podemos apoyarnos unos a otros, ayudándonos a encontrar juntos el camino de la vida y a comprender que los mandamientos de Dios no son limitaciones de nuestra libertad, sino las señales de carretera que nos orientan hacia Dios, hacia la plenitud de la vida. Pidamos a Dios que nos ayude a descubrir su presencia, a estar llenos de su Revelación, de su alegría, a ayudarnos unos a otros en la compañía de la fe para avanzar y encontrar cada vez más, con Cristo, el verdadero rostro de Dios, y así la vida verdadera.

Wednesday, September 05, 2007

REALIDAD Y LENGUAJE

Hermann Tertsc (ABC, 16.7.2007)
Cuanto más llaman los tambores a agotar esta «exitosa legislatura», más verosímil se antoja que estemos ante la enésima añagaza e intoxicación del presidente. En todo caso, si claro está que hará lo que le venga en gana -lo que en este caso es incluso legítimo y legal- también lo está que mucho y muy pronto se ha lanzado a la orquestación de gestos preparativos si realmente tiene intención -ETA mediante- de llegar a marzo. Y hasta ahora no había destacado precisamente como gran previsor nuestro inmenso visionario. Aseguran quienes dicen saber que no habrá elecciones hasta el final porque los socialistas aún no han encargado su logística electoral. Escasa razón parece. Los socialistas -incluidos sus órganos directivos- se enteran ya por su periódico de lo que ha decidido su jefe. Como en Moscú a partir de 1934 después de la muerte de Kirov y como le pasa al Partido Comunista en Cuba que lleva una década sin organizar congresos. Todo lo que haya que saber se comunica por medio del Pravda o el Granma, -por email, sms, parte radiado o diario de la mañana-. También los candidatos a puestos públicos o cargos regionales.
Más allá de la desaparición de los socialistas como organización de debate interno y su conversión en aparato piramidal de funcionarios obedientes por devoción, interés o miedo, tiene interés sociológico ver cómo los nuevos nombramientos de ministros y la reactivación de José Bono, el gran comulgador por excelencia, generan tan poca individualización como si hubiera sido la elaboración de la «Biografía de robots» de Norman Manea. Apiñados todos en torno al caudillo muestran, justito, justito, el mínimo carácter necesario para dar credibilidad a su entusiasmo en la sumisión. Con esta estructura ya plenamente impuesta se presupone a todo buen soldado pierda el mínimo pudor en sus defensas de mentiras insólitas, obscenas manipulaciones y perversiones del lenguaje y la negación obstinada de realidades palpables. Una vez que, en el relativismo absoluto en el que toda la realidad puede ser interpretada y reinterpretada, queda marcada «la verdad del momento». Sus críticos han de ser descalificados, la desviación perseguida. No se admiten tibiezas. Porque la lógica de poder impuesta por Zapatero dentro del partido es sin duda la que quiere imponer a la sociedad si tiene ocasión con una segunda legislatura. Y si las amenazas e intimidaciones dentro del partido han tenido el éxito del que Zapatero presume y muchos socialistas se avergüenzan (eso sí, en silencio o la intimidad), nadie dude de la voluntad de aplicarlas también en aquellas comunidades del Estado en las que todavía existe resistencia.
Por eso un partido como el socialista puede permitirse una mascarada como la organizada para despreciar a Miguel Ángel Blanco, a su familia y al partido del que era miembro cuando murió, sin que se produzca una rebelión interna de dignidad con más cuerpo que el formado por aquellos socialistas ya represaliados en purgas pasadas para su escarmiento y advertencia a otros tras la llegada a la dirección de Zapatero. El ejemplo de Carlos Totorica es trágico. Ante el dilema, optó por la sumisión y el cargo. Es perfectamente comprensible además de ser probablemente la suya la conducta más generalizada. Las hay mucho peores por su celo en la militancia sectaria como han demostrado en el Parlamento Europeo. Pero más allá de la catadura de su guardia pretoriana, el problema está en la ruptura del lenguaje común habido -y lo hubo por mucho que mientan hasta que Zapatero llegó al poder en el PSOE- entre los demócratas españoles. Eso sí, ha logrado un fluido diálogo con enemigos del orden constitucional español dentro y fuera. Ayer este periódico ya informaba que también Francia tiene las actas de la coordinación de intereses varios entre los socialistas y ETA. Es un consuelo que los tenga alguien decente. Porque pronto pueden aparecer en el tablón de la Bodeguita de En medio en La Habana